De un tiempo a esta parte, el poder ha intentado instalar un discurso único. Los medios tradicionales han desplegado sus narrativas casi sin ningún contrapeso. Estos relatos se han vendido como inclusivos, de izquierda y progresistas, sin embargo, no son más que una trampa para la dominación de las poblaciones por parte de los poderosos, que buscan un control enfermizo sobre la población, ya sea por sus ideas neomalthusianas o simplemente porque pueden. Los Estados se han vuelto un mero engranaje en esta nueva forma de poder que amenaza con aplastarnos a todos.
Sin embargo, no todos nos hemos comprado las narrativas de una izquierda que paradojalmente favorece a los grandes poderes internacionales en desmedro del ciudadano de a pie, que ve reducida grotescamente su libertad y su calidad de vida. Las empresas Big Tech han tratado de silenciarnos poniéndonos strikes, demonetizando nuestro contenido, cerrando nuestros canales o discretamente a través del shadowbannig, una forma de censura blanda que no anula, pero reduce nuestro alcance. Es por eso que hemos creado “El Hocicón”, nombre tomado del periódico de la popular historieta “Condorito”. No somos ricos, pero somos honestos y tenemos como arma fundamental la libertad de pensamiento y de expresión para alertar al mundo acerca de lo que está sucediendo y exponer la verdad: existen poderes que quieren transformarnos en sus esclavos.